Eran más jóvenes de lo que ahora es su recuerdo
La libertad les quemaba en la manos, en la lengua, en la vida.
Querían un mundo mejor.
Creían en un mundo mejor.
Querían creer que el mundo era mejor que el que habían conocido hasta aquel momento.
Que el blanco y negro se había transformado en un rutilante technicolor y en cinemascope con sonido estereo.
Pero el color de aquél día fue el rojo de su sangre.
El sonido de aquél día fue el de los disparos, los casquillos contra el suelo.
Contra el suelo los cinco cuerpos inertes.
Con sus sueños.
En su necio intento de cambiar el cambio, de matar la esperanza, la hicieron más fuerte, la dieron alas.
Y fueron alas blancas de esperanza, no las alas negras de las banderas de esos que tienen un pedernal en el pecho.
Pudieron matar sus cuerpos.
Pero sus sueños siguen sobreviviendo hasta hoy.
Y ahora su recuerdo intenta ser más joven de lo que fueron ellos.