Carta de ajuste


Quiero que sepas que me he acostumbrado

a tus putas escenas de ahora me marcho,

lárgate ya de verdad que sería una suerte

si no vuelvo a verte

en los próximos años

Los Planetas “Pesadilla en el parque de atracciones”

No te lo mereces, pero me siento generoso,
tanto, como para dedicarte el más salvaje
de los adioses que he compuesto con mi desprecio,
tan poco, como para saber que te olvidaré
cuando sucumbas a las aguas de Léteo.

Nunca una despedida supo tan desafectada,
tan lejana y, al mismo tiempo, tan deseada,
recoge tu amargura y tus cosas,
a la repulsa no me apetece ponerle nombre.

Por desgracia, la semilla de tu rencor
no se abortará con esta partida,
vendrán otros jardineros para regarla
con maldicencias y grandilocuentes gestos vanos.

Tal vez tu desgracia no es que seas mala,
es que la vida te ha llevado por ese camino.

Te desearía la suerte de la que careces,
pero solo encuentro compasión para aquellos
a los que los hados tropiecen en tu camino
de zarza, de almizcle, de nausea contenida.

Que la dentellada de tu cizaña cicatrice,
que en tu ausencia las aguas tornen a su cauce,
lo diques de tu desidia arrastrados por tu ausencia
y verbigracia de tu silencio ardas en el olvido.

Mentiría si te dijera que te extrañaremos,
convertida en un odioso recuerdo que se difumina
hasta convertirse en la anécdota de noches
de humo, alcohol y flashes de cámara.

Sé que el camino de tu desgracia no es la maldad,
pero espero no volver a tropezar en tu piedra.

DESPEDIDA Y CIERRE

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