Un viaje en transporte público,
un trastornado drama
de película de sobremesa,
un beso anegado de trigo,
una meseta en la que
se agotan las miradas.
Cierta candidez fingida,
éste destino indeciso
de pasos de tango,
tal vez la revelación definitiva,
quizás la incertidumbre que
se esconde de sí misma.
Una pasión de esquimal,
un lunes cualquiera
donde no existen las tres y cuarto,
una embriaguez simulada,
un adolescente huraño
se oculta de los reyes magos.
Cierto adjetivo esdrújulo,
éste barullo afónico
de escándalos infundados,
tal vez la mañana atemporal,
quizás la voz de alarma que
se agota en su principio.
En resumen,
por aquello de agotar las posibilidades,
la colección de hastíos
con la que jalonar la vuelta al precipicio.