Aún tengo arena en el pelo,
las esperas llenas de puntos y aparte
regadas con las certezas
de que nunca he sido tan feliz
de que nunca he sido tan infeliz,
refugiándome en las horas
alérgicas a las mentiras.
Aún tengo arena en el desierto,
la desgracia de saber calcular las distancias
vacías de horizontes.
Y la memoria en la punta de los dedos
del tacto de esa arena acre
que una vez llenó mi garganta
mientras me guiabas por los caminos
de una ciudad en llamas,
pasto del olvido.
Con serena discreción,
con la dignidad del hipocampo,
obvio esas memorias
que hacen que huela
el sudor fuerte.
.. que hacen que huela el sudor fuerte.
Me gusta. Letras enamoradas que se juntan para formar bellas palabras.
Un saludo desde Tenerife.
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