Por supuesto
que hubiera sido más sencillo
echarte de menos
cuando te hubieras ido
que cuando estaba entre tus brazos,
cuando respirara el ausencia
que cuando sentía tu colonia;
hubiera sido más fácil,
desde luego.
Pero no habría tenido mérito alguno.
Porque la certeza de la orfandad
tiñe los cristales
con el vaho del frío
que hace afuera,
porque la certidumbre de tu partida
servía para agriar
esos momentos dulces
que bebíamos tibios
y agitados, que no revueltos,
haciéndonos los fuertes
entre las sábanas.
Qué le voy a hacer.
Nunca me gustaron
los finales felices
ni las salidas de emergencia,
y los atajos sólo me sirven
si el camino es más tortuoso.
Hubiera sido más sencillo
echarte de menos tras tu partida,
que echarte de más
cuando aún estabas entre mis piernas;
hubiera sido más fácil
más lógico
más normal
pero no habría valido la pena.
Todo dura siempre un poco más de lo que debería.. Gracias por este sorbito de valentía 🙂
Diana
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