Viviendo del orgullo
que no te alimenta,
restallando la lengua
contra el cielo del paladar,
con la cantidad de brújulas
con las que perderse
te guías precisamente
por la que piensa que el norte
no es más que un estado emocional.
Embriagado de espejismos,
barruntas calles entre brumas
al tacto de las manos enguantadas.
Escudado en una esquina
me esperas mirándome como
al hombre desesperado
que espera desentrañar
la respuesta en los filos
que no en la venganza
(no hiere quien quiere
sino quien pide permiso)
Enredados en la neutralidad
de los sinónimos
deambulamos por las alturas.