Voy a ser capaz de reseguir con el dedo
las sombras del pasado que trascienden el tiempo.
Kafka en la orilla, Haruki Murakami
Con un sadismo ajeno,
despellejo los errores propios,
los desbasto,
enterrándolos en el sempiterno rincón
en el que fermenta
el desorden mental,
la paranoia,
la codicia.
Si se abre el plano,
los días de septiembre
van desgranando
un tumor
de bombas de mano,
besos fríos,
calmos reproches.
Otra perspectiva para la abulia
innata de los domingos
más alejados del cielo,
cierto desapego a la indiferencia
con la que una vez me batí el cobre.
Las sombras
trocan en obsesiones reiteradas,
dibujando un alma
sobre la pared del descrédito.
La mala fortuna,
simiente de los errores propios,
de los ajenos,
teje con paciencia
el sudario de los desengaños.