Os dejo un poema del libro que estoy terminando «La luz, mientras duela». Adivinad dónde estuve de vacaciones.
En Berlín la lluvia
es fría y horizontal,
con charcos que son caleidoscopios
y reflectan pasos fractales
a cada paso de límites
con colores en sordina.
Las paredes sudan brillantina.
Los solares buscan identidades
entre la herrumbre y la herencia.
Los pretéritos se asumen imperfectos
como un sistema de enseñanza
en perpetuo movimiento.
Las medianeras hablan,
vociferan, recriminan
con conciencia de tumor,
penitencia con guirnaldas floreadas.
Y nosotros pasamos de puntillas,
obnubilados e indiscretos
como esos visitantes
de casa ajena
que abren los armarios del baño
cuando van a mear.