Harakiris en ciernes
sobre días que empiezan
en el mismo punto
de las intermitencias
del espacio
del tiempo
de los ejes cartesianos.
Las mañanas se quedan cortas
para esperar
la arrebatada sinceridad de las alcantarillas.
Las tardes dibujan arabescos
apostando
contra el escarnio de los caminos.
Venas de la ciudad.
Mi reflejo en ventanas opacas
desdiciendo
las maldiciones de los humos
fugitivos.
Me cansan las sillas
y ser el errante
de los desfiladeros.
La cualidad opaca
de sentirme en el banquillo
de los acusados
calienta mis pies
frente a las inclemencias
de éste viaje.