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Instrucciones para cargar el teléfono móvil


El otro día, ojeando «Historias de cronopios y de famas» de Cortázar volví a releer el mínimo y maravilloso artefacto literario que es «Instrucciones para dar cuerda al reloj» e, inmediatamente, pensé que en la vida actual no nos preocupa tanto dar cuerda al reloj como quedarnos sin batería en el teléfono móvil. Por eso me atrevo a actualizar a Cortázar. Por favor, disculpad mi osadía.

Preámbulo a las instrucciones para cargar el teléfono móvil

Piensa en esto: cuando te regalan un teléfono móvil te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el teléfono móvil, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, americano el último en el mercado; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te guardarás en el bolsillo y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su funda de protección como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de cargar su batería todos los días, la obligación de cargar su batería para que siga siendo un teléfono móvil; te regalan la obsesión de atender a la vibración de cada notificación, de cada mensaje. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu teléfono móvil con los demás teléfonos móviles. No te regalan un teléfono móvil, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del teléfono móvil.

Instrucciones para cargar el teléfono móvil

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el teléfono móvil con una mano, tome con dos dedos el extremo del cargador e introdúzcalo, conéctelo a la red suavemente. Cuando la batería esté plena de energía se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.

¿Qué más quiere, qué más quiere? Guárdelo pronto en su bolsillo, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra la batería, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del teléfono móvil, gangrenando la fría sangre de su procesador. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

Por cierto, que si deseáis leer el original, podéis encontrarlo en este enlace.

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