Publicado originalmente en Instagram
Les permitimos
que privatizaran el sol.
No nos importó demasiado
que lo hicieran con el llanto
o la melancolía, la morriña
o la tristeza de los domingos.
Un día, sin darnos cuenta, nos
privatizaron la sonrisa,
la risa
y la carcajada.
Y las caricias a deshoras.
Y los fugaces besos furtivos,
esos que no sabes si son besos
o un avance de lo que vendrá.
Después nos privatizaron el amor.
Y nos convirtieron en suicidas.