Esa memoria de agua
justo al borde de tus dedos,
sal y precipicio
donde el tiempo te mira
desde atrás
y no sabes cómo pedir perdón
por dar la espalda.
Esa memoria
que aún no es.
Memoria de agua
en un mar
que el tiempo
se encargará de convertir
en desierto.
¿Qué quieres que diga?
Ahora el fragor de la batalla
ha dejado mis labios heridos.
Recuento de bajas.
Memoria de agua
que me ata
como un as de guía.
Mi cuerpo de noray.
Tus manos de mar
y tierra adentro
donde el agua
es el delirio
de un demente.
Tu delirio,
el desprecio
por lo que vendrá,
la alergia a los tiempos verbales
del presagio y de la premonición.
Y otra vez la memoria,
la maldita memoria de agua
que recupera canales olvidados,
dominios anegados
antes de ser desiertos.
Ven.
Que te voy a enseñar un olvido
en el que nunca has estado;
la triste sordidez
de las habitaciones vacías
que construyen mi cuerpo,
los laberintos sin salida
de una cinta de Moebius.
Ven.
Que la memoria de agua
convertirá el antes
en después
y el ahora
en mañana.