Tras el resto de la piel,
el pelo,
tus labios
y la saliva,
tras el sudor
y el semen,
tras todo eso,
pequeñas escaramuzas
de aprendiz de mosquetero.
Un tiempo para la distancia.
Una distancia para el tiempo.
Tregua en tu batalla
antes de continuar la guerra.
Cuenta atrás.
De nuevo tu piel y tus manos,
tus besos
con lengua
y nuevas escaramuzas
en las que perder
la guerra.