Hace casi treinta y cinco años que falleció, casi cuarenta años desde su última película. Pero cada vez que alguien dice la palabra “suspense” se nos viene a la mente la oronda figura del socarrón director Alfred Hitchcock. Consiguió que su nombre se asociara a una determinada forma de hacer cine, de entretener al espectador como pocos autores lo han conseguido.
Alfred Hitchcock se convirtió en una marca, baste recordar su serie llamada “Alfred Hitchcock presenta…” que le llevó a entrar de forma semanal en todos los hogares cuando, además, estaba en su apogeo como director. Tratad de escuchar el tema de Charles Gounod (con el evocador título “Marcha fúnebre de una marioneta”): es imposible no imaginar la sombra del director. O sus famosos cameos, fugaces apariciones en pantalla que se convirtieron en un juego con el espectador, llegando a tal punto que se vio obligado a realizarlos en los primeros minutos de metraje para evitar que la gente se despistara de la trama que desarrollaba la película.
Hay unas cuantas cosas que “el mago del suspense” nos puede enseñar sobre marca personal y que podemos aplicar a nuestra presencia en las Redes Sociales:
Es el resultado de todo lo que haces: Hitchcock era conocido como director por sus películas de suspense, pero también se hizo popular por la serie. Pero es que además era productor y guionista. Su nombre se transformó en marca de tal forma que era la cabecera de una revista de relatos de suspense y una serie de libros juveniles. Esa constante presencia en distintos aspectos fomentan la creación de marca. Las Redes Sociales son un cúmulo de elementos: comentarios, opiniones, noticias, imágenes. Todo lo que compartes bajo tu nombre conforma la imagen de marca que proyectas.
Requiere tiempo: Todos conocemos al Hitchcock de los años 50 y 60, de las películas de Hollywood y las grandes estrellas. Pero hasta llegar a esa época debemos recordar que su carrera cinematográfica empezó veinticinco años antes. Generamos una marca desde el primer momento en el que abrimos un blog o un Twitter o un Tumblr, pero si no lo dotamos de contenidos, no lograremos apelar a los usuarios a conocernos.
Refleja tu identidad: El toque de Hitchcock en sus películas y en sus intervenciones en las presentaciones de sus series es lo que asociamos con la identidad del autor británico, le consideramos una persona flemática, con un punto de socarronería y grandes dosis de humor negro. Al final, la gente no se queda el contenido que compartimos en las Redes Sociales, sino que lo sintetiza y crea una imagen de la persona que ha escrito determinado tuit o ha publicado un chiste. Desarrollar tu marca personal termina obligándote a ser transparente y, de esta forma, estás revelando tu identidad.
Se desarrolla y evoluciona: Desde sus inicios en el cine en el Reino Unido en los años 20 hasta sus últimas películas en los 70 pasan 50 años. La imagen, la marca de Hitchcock se desarrolla paralela a su producción cinematográfica. Incluso cuando en los últimos años sus películas parecen tomar derroteros más alejados de los gustos del gran público. De la misma forma que decimos que crear nuestra marca requiere tiempo, al desarrollarla nos daremos cuenta de que hay elementos que nos interesan más que otros y descubriremos cosas que se captarán nuestra atención y pasarán a enriquecernos. Por ejemplo, dentro del mundo profesional podemos descubrir aspectos profesionales en los que queremos desarrollarnos y que vamos a incorporar a nuestro bagaje.
Genera confianza: Ver que una película está firmada por Hitchock lo asociamos a calidad y suspense, aunque no hayamos oído hablar de ella porque se trata de una de sus obras menores o de su etapa inglesa. Esa valoración la hacemos en base a la consistencia desarrollada en su obra. La consistencia con la que desarrollamos nuestros contenidos y compartimos elementos hará que la gente confíe en nosotros y se interese por lo que decimos.
No es (sólo) cuestión de imagen o de aspecto físico: No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que Hitchcock no era precisamente ningún Adonis pero su marca no se resiente de su aspecto físico, más al contrario, aprovecha su físico orondo para generar un logotipo reconocible a simple vista. En las Redes Sociales, nuestra imagen es uno más de los elementos que compartimos. Pero a la hora de desarrollar nuestra marca es sólo otro elemento. Si nuestro contenido es interesante, la mera imagen física se ve trascendida.
No acaba nunca: La marca Alfred Hitchcock no desapareció el 29 de Abril de 1980 sino que se ha mantenido a lo largo de los años, bien a través de homenajes de distintos directores, remakes de algunos de sus filmes, publicaciones literarias… Todo contribuye a mantener la marca del director. Nuestra marca personal no será tan trascendente como la del director pero también es un proceso continuo en el que nos desarrollamos y proyectamos nuestra imagen.