Me he desterrado de los viernes
y de tus ojos,
sin embargo nunca una ausencia
se me había parecido tanto,
tanto, al recuerdo.
Con el paso de los años
las heridas
son ahora rendijas
en vez de profundos pozos
en los que vivir tu exilio.
A fuerza de odiarte tanto,
tanto, he atravesado la línea
del cariño.
He querido abrazarte
y encuentro mis brazos vacíos.
Pero el tiempo
no significa olvido,
sino heridas menos profundas,
apenas arañazos.
He querido besarte
y no he hallado tus labios.
Me he desterrado de los viernes
que van de enero a diciembre,
pero no por eso
me siento más vacío.
Preferiría haberte odiado
con el exceso de la lujuria
que amarte
en presente simple,
pero a veces
no es posible aguantar tanto,
tanto, silencio.