Conoces las costuras de mi alma
vista desde afuera
y el sabor a herrumbre
de mis mañanas de resaca,
la parábola de mi brazo
para dar un calada al cigarro.
Estas lo suficientemente lejos
para tener perspectiva,
pero no es lo suficientemente cerca
para que yo no te eche de menos.
He aprendido a llamar a tu fantasma
por su nombre de pila,
a invocarte y maldecirte,
y a esperar tu voz
desde la infinita distancia
de la línea telefónica.
Me temo que ya es tarde
para volver al punto de partida,
pero me da igual,
aparece en todos los mapas.
Despiértame
cuando pueda llorar contigo,
pero no por ti,
nunca por ti.