Sinceramente
ya que las palabras huyen
fugitivas
presurosas
entre el verbo y el adjetivo,
rindo cuentas a las nubes,
al viento pasajero
que una vez besó mis labios
y mesó cabellos ajenos
eso es, mesó cabellos ajenos,
a la lluvia traicionera
que una vez
y dos, y tres…
he dicho, una vez
quiso venderme al peor postor.
Los anticiclones
que alargaron los estios
ahora huyen
a dos voces
te esquivan
Dorados rayos de sol
que aquella vez
me devolvieron lo que había
perdido.
Reten éstas palabras en tu memoria
recuérdalas
apúntalas
rezalas cada noche
alguna vez podrás
necesitarlas.