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Reproches de domingo


Voy a ser capaz de reseguir con el dedo
las sombras del pasado que trascienden el tiempo.

Kafka en la orilla, Haruki Murakami

Con un sadismo ajeno,
despellejo los errores propios,
los desbasto,
enterrándolos en el sempiterno rincón
en el que fermenta
el desorden mental,
la paranoia,
la codicia.

Si se abre el plano,
los días de septiembre
van desgranando
un tumor
de bombas de mano,
besos fríos,
calmos reproches.

Otra perspectiva para la abulia
innata de los domingos
más alejados del cielo,
cierto desapego a la indiferencia
con la que una vez me batí el cobre.

Las sombras
trocan en obsesiones reiteradas,
dibujando un alma
sobre la pared del descrédito.

La mala fortuna,
simiente de los errores propios,
de los ajenos,
teje con paciencia
el sudario de los desengaños.

Estados cardinales


Viviendo del orgullo
que no te alimenta,
restallando la lengua
contra el cielo del paladar,
con la cantidad de brújulas
con las que perderse
te guías precisamente
por la que piensa que el norte
no es más que un estado emocional.

estados cardinales cita 1

Embriagado de espejismos,
barruntas calles entre brumas
al tacto de las manos enguantadas.

Escudado en una esquina
me esperas mirándome como
al hombre desesperado
que espera desentrañar
la respuesta en los filos
que no en la venganza
(no hiere quien quiere
sino quien pide permiso)

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Enredados en la neutralidad
de los sinónimos
deambulamos por las alturas.

 

Sabes que se acaba el verano…


Publicado originalmente en Instagram

Sabes que se acaba el verano
cuando la arena
de los zapatos
es gris alquitrán
y los besos
dejan de saber a salitre.

Breve historia del capitalismo


Publicado originalmente en Instagram

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Les permitimos
que privatizaran el sol.

No nos importó demasiado
que lo hicieran con el llanto
o la melancolía, la morriña
o la tristeza de los domingos.

Un día, sin darnos cuenta, nos
privatizaron la sonrisa,
la risa
y la carcajada.

Y las caricias a deshoras.

Y los fugaces besos furtivos,
esos que no sabes si son besos
o un avance de lo que vendrá.

Después nos privatizaron el amor.

Y nos convirtieron en suicidas.

Balón prisionero


La tarde se va cosiendo de cristales rotos
esperando su oportunidad
agazapada en trampas vestidas de tergal.

La tarde te acaricia la cabeza con ansias de sol y de salitre

La tarde te acaricia la cabeza
con ansias de sol y de salitre
antes de que el repudio
te arañe con orfandad de hojas secas.

Imagina una infancia
de patio de colegio
y rodillas arañadas.

Imagina una infancia medida con onzas de chocolate

Imagina una infancia
medida
con onzas de chocolate.

Imagina una infancia
de chicles de fresa ácida
y sesiones vespertinas ante una tele en blanco y negro.

Esa misma tarde,
madre y prostituta
de las libertades mezquinas,
vestida de patios de colegio.

Prolegómenos


Para poder empezar,
para caldear el ambiente,
podríamos considerar la posibilidad
(que no la certeza)
de diversas teorías sobre lo terrenal
y lo deshumano,
diseccionando los mensajes ocultos
en los gemidos ortofónicos
de las películas porno

figurarnos la canalización de la batalla entre el espacio y el tiempo

para desbrozar las fugaces
intimidades anónimas
entre dos desconocidos
y figurarnos la banalización
de la batalla entre el espacio
y el tiempo,
de manera que podamos concluir

no podemos dejar de darnos la razón como el más incierto de los presentes

que no podemos dejar
de darnos la razón
como el más incierto de los presentes.

Martes de letras: «Niño marica» de Óscar Espirita


Hay libros que te saltan a los brazos y te dicen que se van a casa contigo y «Niño marica» de Óscar Espirita es uno de esos: la portada, tan inmaculada con esos dos niños que miran impertinentes y que me han recordado a Charles Rowland y Edwin Paine, los chicos detectives sacados de las páginas del «Sandman» de Gaiman, el tacto, la tipografía y el abrir una página al azar y encontrarte con una frase que describe una infancia, tu infancia, una adolescencia, tu adolescencia.

Los niños maricas empiezan su adolescencia
cuando pueden. Poco importa en realidad la edad
biológica
.

Articulado en torno a esas dos etapas del desarrollo personal, «Niño marica» traza con candidez, que no simplicidad, las pasiones de un niño que no se ajusta a las normas de un juego que le han impuesto. En la primera parte va desgranando deseos y juegos de su imaginación que desembocan en una segunda parte en la que el sexo ya forma parte del desarrollo personal, todo dentro de unas coordenadas que aquél que lo ha vivido reconoce, pero que no excluye a otros que no poseen esas experiencias. Los versos desgranan espacios (patios de colegio, polígonos, camas trocadas en cuevas, vestuarios), reivindican experiencias (el florecer de unos sobacos, los morreos, lo huraño de una adolescencia).

Pude parecerte un erizo
pero no era más que un huevo con espinas
el pajarito seguía dentro
y vuela

Una lectura que deja poso y que hace que se vuelva una y otra vez sobre versos que retornan a tu recuerdo y que, al buscarse entre las páginas color hueso, logra que te tropieces con otros poemas que también te calan.

Resulta inevitable verse reflejado, y posiblemente encuentres trazos de la vida de uno en versos que no tienen nada que ver con lo vivido por Espirita. Y creo que eso es lo que hace grande este poemario y lo hace tan necesario: recurre a los sentimientos de los que han crecido sintiéndose diferentes. Y para sentirse diferente no hace falta ser homosexual, sólo tener sentimientos.

Yo soy un niño marica. Y, gracias al libro de Óscar Espirita, me he reconciliado  con el niño que sigo siendo.

Podéis comprar el libro en la página de Ediciones Hidroavión.


                                                                  Sabe que le resulta necesario
                                                                  aprender a vivir en otra edad,
                                                                  en otro amor,
                                                                  en otro tiempo. 

                                                                  Tiempo de habitaciones separadas.
                                                                  Habitaciones separadas, L.G. Montero

…hemos llegado a un tiempo
de ciudades distintas
y camas individuales.

Más sencillo


Por supuesto
que hubiera sido más sencillo
echarte de menos
cuando te hubieras ido
que cuando estaba entre tus brazos,
cuando respirara el ausencia
que cuando sentía tu colonia;
hubiera sido más fácil,
desde luego.

Pero no habría tenido mérito alguno.

Porque la certeza de la orfandad
tiñe los cristales
con el vaho del frío
que hace afuera,
porque la certidumbre de tu partida
servía para agriar
esos momentos dulces
que bebíamos tibios
y agitados, que no revueltos,
haciéndonos los fuertes
entre las sábanas.

Qué le voy a hacer.

Nunca me gustaron
los finales felices
ni las salidas de emergencia,
y los atajos sólo me sirven
si el camino es más tortuoso.

Hubiera sido más sencillo
echarte de menos tras tu partida,
que echarte de más
cuando aún estabas entre mis piernas;
hubiera sido más fácil
más lógico
más normal
pero no habría valido la pena.

Siempre y todavía


Acaba la noche
con una elipsis
de puntos suspensivos
antes de que despiertes a mi lado.

Siempre,
ojalá esto pasara siempre,
la elipsis
y el despertar.

Pero todavía duermes,
aún no has vuelto
al mundo de la vigilia.

Me desperezo
y tu rostro
se difumina con la media luz.

Siempre que despierte
esperaré encontrarte a mi lado,
aunque no estés,
aunque todavía sigas dormido.

La blancura anónima de las sábanas,
refugio que encontré
entre tus brazos
para mirar la mañana
con otros ojos.

Siempre despertaré a tu lado,
en realidad,
espero hacerlo.